Encargado a Bernini, y probablemente ejecutado con la destacada colaboración de Giuliano Finelli, un alumno talentoso y luego rival del mismo maestro, el busto representa el retrato ideal de Antonio Barberini (1494-1559), tío abuelo de Urbano VIII. De simpatías republicanas y anti-Medici, Antonio había dejado Florencia para viajar durante mucho tiempo por Italia, ocupándose de los negocios familiares, y fue asesinado en Roma, quizás por los asesinos del embajador de Cosme I de 'Medici. En 1629, los Barberini le hicieron erigir un memorial funerario en San Giovanni dei Fiorentini, decorado con una réplica más modesta de la escultura del Palacio Barberini, destinada en cambio a la galería ideal de retratos de glorias familiares recopilados por el cardenal Francesco, como también lo muestra el cartucho capriccioso desplegado por la abeja heráldica y quizás destinado a llevar el nombre de la efigie.