Según la tradición, la mujer representada es la amante y musa de Rafael: Margherita Luti, hija de un panadero de Trastevere, de ahí el apodo de “Fornarina”. No se tiene noticia de quién fue el cliente de la obra y esto podría apoyar la hipótesis de que Rafael la pintó para sí mismo en los últimos años de su vida. Sea o no la amante de Rafael, detrás de este rostro imperfecto, de rasgos marcados, hay una representación de Venus. La imposición de las manos, una sobre el regazo y la otra sobre el pecho, sigue el modelo de la modesta Venus de la estatuaria clásica: un gesto de modestia que, sin embargo, dirige la mirada del observador precisamente hacia lo que le gustaría ocultar. Símbolos de la diosa del amor son también el brazalete de mujer en el que se lee "Rafael Urbinas", firma del autor y prenda de amor, así como, al fondo, el arrayán y la rama de membrillo, símbolo de la fertilidad. El cuadro ya pertenecía a los primeros propietarios del edificio, los Sforza di Santafiora, y fue uno de los primeros en ser adquirido por los Barberini.