El emperador, cuyo retrato se conoce por muchas estatuas y por las mismas representaciones de monedas, se reconoce fácilmente por su rostro triangular, sus ojos pequeños y muy juntos y el típico rizo de su cabello en "pinza". Se le representa de pie y con la cabeza cubierta por un velo. Este elemento permitió reconocer su representación en las funciones de pontífice máximo, cabeza de la religión romana, y por tanto datar el retrato posterior al 12 a. C. año en que asumió este cargo. El poder de Augusto, de hecho, puede definirse como un principado más que como un imperium: este término de hecho indicaba el mando militar, mientras que Octavio Augusto era un princeps, "un primer ciudadano", que con el tiempo asumió los cargos más importantes de el estado romano que, además, nunca dejó de definirse como res publica.