La fundación del Palazzo Reale di Napoli se remonta a principios del siglo XVII, cuando el virrey Fernando Ruiz de Castro, Conde de Lemos, decidió construir una residencia adecuada a las necesidades de una corte moderna, sin los rasgos de una morada fortificada que aún se podían percibir en el adyacente Palazzo Vecchio, construido a mediados del siglo XVI.

El sitio elegido para la construcción del Palazzo Reale di Napoli, en el extremo occidental de la ciudad, se encontraba justo en el área de los amplios jardines del antiguo palacio virreinal, en una explanada elevada sobre el puerto y junto a la colina de Pizzofalcone, lugar de fundación de la antigua colonia griega llamada Parthenope. Encargado de la realización del edificio estuvo Domenico Fontana, uno de los arquitectos más famosos de la época, que inspiró su proyecto en cánones tardo-renacentistas, ya experimentados en Roma para el papa Sixto V.

La fachada, caracterizada por el uso de ladrillo hábilmente combinado con peperino, se articula en tres órdenes arquitectónicos: toscano, jónico y corintio. El orden inferior, originalmente porticado, fue objeto de una intervención de consolidación en el siglo XVIII por parte de Luigi Vanvitelli, quien alternativamente cerró los arcos creando nichos en los que los Saboya en 1888 colocaron ocho estatuas representando a los más ilustres soberanos de las diversas dinastías que ascendieron al trono de Nápoles, desde Roger II de Sicilia hasta Víctor Manuel II.

La construcción del Palazzo Reale di Napoli se prolongó durante siglos y se completó solo en 1858 por Gaetano Genovese.

Desde 1919, el Appartamento Reale en el piso noble, al que se accede a través del espléndido Scalone d’Onore, está abierto al público como Appartamento Storico: el recorrido incluye el Teatro di Corte, la Sala del Trono y la Cappella Palatina, con frescos de la época virreinal y borbónica, muebles preciosos, importantes pinturas de la colección Farnese, una rica colección de tapices, porcelanas y relojes. En el lado sur se extiende el Giardino Pensile, con una vista espectacular del golfo de Nápoles y el Vesubio.