El Imbarcadero pintado en 1782 representa una reelaboración fantástica y teatral de varios elementos arquitectónicos: el antiguo Puerto de Ripetta, el Panteón y, a los lados, el Palacio Nuevo del Campidoglio; se trata de un verdadero "collage de monumentos romanos", una arquitectura parlante, en la que el pintor retoma y reelabora el tema de un cuadro expuesto en el Salón de 1767. El Imbarcadero no sólo demuestra el interés arquitectónico de Robert por la antigüedad, sino también una pre- sensibilidad romántica, donde las acciones cotidianas de los personajes, dentro de estos escenarios ideales, actúan como contrapunto a la atemporalidad del mundo antiguo.