Tiziano Vecellio fue uno de los pocos pintores italianos propietarios de una empresa real, un astuto empresario tanto del taller como de su producción personal, en contacto directo con los poderosos de la época, sus principales clientes. La renovación de la pintura de la que es autor se basó, como alternativa a la primacía del dibujo de Miguel Ángel, en el personalísimo uso del color.