El 29 de junio de 1450 en Anghiari es día de fiesta: se celebra la feria anual de San Pedro. Como suele suceder en estas ocasiones, entre los ciudadanos de Anghiari y los huéspedes burgueses surgen disputas y altercados. La discusión, que no es infrecuente entre las dos comunidades vecinas, degenera en una pelea y los anghiarenses expulsan "a la fuerza" a los biturgenses de su ciudad. En represalia, los expulsados, que regresan tarde en la noche, arrancan por despecho el cerrojo, o catorcio, de la Puerta del Puente y lo llevan a su ciudad exhibiéndolo como trofeo en la plaza principal. De esta "hazaña" incluso habría nacido, según algunos cronistas, la tradición del Palio della balestra. Pronto, como era de esperar, los anghiarenses organizan una incursión y, secretamente, logran recuperar el catorcio y llevarlo de vuelta a casa. Lo guardan a salvo en la Cancillería, pero las disputas continúan durante siglos, tanto que llevan a los soberanos a "secuestrar" el objeto del condado y trasladarlo a Florencia (1737). Incluso en los años sesenta, el catorcio se conservaba, como cuerpo del delito, en el Archivio di Stato. 

Este episodio da pie a una saga de un poema trágico-cómico del siglo XVII, precisamente el Catorcio di Anghiari (o "Catorceide"), del literato Federigo Nomi, que claramente se inspira en la exitosa Secchia rapita de Alessandro Tassoni. Un género literario muy de moda en la época barroca que, como universalmente ha dejado claro Don Quijote, es fruto de una búsqueda literaria de lo cómico y lo espectacular sin recurrir a lo maravilloso, sino sobre una base ética de valores anticaballerescos y antihéroicos. Así, un poema burlesco nos ha transmitido la disputa por el catorcio, transformada en hechos de armas entre dos reinos inexistentes, antiguas "feudos" entre municipalidades vecinas. Estas son llevadas adelante a través de "ultrajes" y "escaramuzas" de bajo perfil: robos, desaires irreverentes a las mujeres que lavan la ropa, lanzamiento de insultos verbales, amores contrariados