El Museo Nacional de Concordia, el primer instituto anticuario estatal en el Véneto posterior a la unificación, conserva los hallazgos de las excavaciones de la antigua colonia romana Iulia Concordia y del territorio vecino.

Inaugurado en 1888, el museo fue construido desde cero para albergar el material que emergió durante las exitosas excavaciones realizadas por Dario Bertolini, un abogado portugués apasionado por la arqueología, en la zona urbana y en el "Sepolcreto dei Militi" de Concordia Sagittaria, así como los conservados en la colección de la notable familia Muschietti y en el Seminario Episcopal.

El edificio, diseñado por el ingeniero Antonio Bon, tiene una estructura en forma de basílica paleocristiana de tres naves, tanto para evocar el cristianismo primitivo de Concordia como para reflejar el gusto estilístico de la época, que tiende a volver a proponer estructuras con un atractivo medieval.

El Museo conserva en gran medida lo que fue el trazado decimonónico: en la planta baja se encuentra la gran sala de tres naves en la que se exponen elementos arquitectónicos, estelas y monumentos funerarios, retratos y material epigráfico; en una sala contigua, a la derecha de la entrada, hay retratos de mármol, elementos decorativos pertenecientes a espacios públicos y privados de Concordia y monedas encontradas en el campo alrededor de Concordia.

En la primera planta, en las tres salas, se exponen materiales pertenecientes a la fase prerromana del yacimiento y diversos hallazgos de la época romana, como bronces, ladrillos, cerámicas, vidrios, yesos y gemas. También se presentan algunas de las piezas desenterradas durante las excavaciones más recientes, incluido material altomedieval.