La ya habitual cita con las obras maestras del arte con motivo del nuevo ciclo expositivo titulado Eccentrici e solitari , la exposición concebida por V ittorio Sgarbi , producida por Contemplazioni y posible gracias a Intesa Sanpaolo, que ha confirmado su apoyo como socio único desde 2020.

«El ritmo de las exposiciones de los últimos años en el Palazzo Doebbing de Sutri ha sido amplio, rico, intenso, y también en esta edición la propuesta es curiosa y variada, evitando modas y escuelas para privilegiar experiencias individuales, insólitas y raras. 'Excéntrico y solitario' define bien su carácter, la búsqueda obstinada sin dogmas, en un corto espacio de tiempo» (Vittorio Sgarbi).

La protagonista de la exposición es la preciosa escultura etrusca de San Gimignano , uno de los descubrimientos arqueológicos más importantes de los últimos años, imaginada aquí en diálogo con el famoso Efebo di Sutri. Por lo tanto, este precioso bronce se exhibe excepcionalmente, rebautizado por Vittorio Sgarbi como " el Alma de San Gimignano ". Una maravillosa y sorprendente estatuilla votiva encontrada en 2010 durante unas reformas de un edificio privado cerca del arroyo Fosci, entre las colinas que descienden de San Gimignano hacia la Valdelsa.

El itinerario expositivo se abre con tres pintores que hacen de su arte una mitología contemporánea. El vínculo de Wainer Vaccari (Módena, 1949) con la cultura nórdica produce paisajes y situaciones que se asemejan a imágenes fijas de antiguas leyendas, vestidas con ropa moderna. Los personajes son héroes locos, serios y enfocados, oscuramente irónicos. El mito del norte de Vaccari dialoga con el mito greco-latino, al que miran las obras de Adriano Fida (Reggio Calabria, 1978). Sus protagonistas son musas y divinidades, que no pierden nada de su misterio arcaico, al contrario: como el oráculo de Delfos, Fida ni dice ni esconde, sino que insinúa a través de símbolos no resueltos. Incluso las obras de Lorenzo Tornabuoni (Roma, 1934 - 2004) tienen que ver con el mito, no para imitarlo, sino para crearlo: exprime las esencias secretas de Sabaudia, y nos muestra las figuras de los remeros como iconos de una delicada soledad.

La búsqueda de identidad no tiene lugar en la superficie, sino que implica exploraciones profundas y subterráneas. Así, el visitante descenderá las escaleras del Palacio Doebbing , y encontrará en el sótano una galería de retratos indagadores del alma humana. Rostros distorsionados y al revés, como los fotografiados por Alessandra Mattè (Milán, 1978), que inquietan e intrigan. Captados en su sencillez cotidiana, y por eso mismo auténticos, como los de Stefano Maffessanti (Lovere, 1975), los retratos y autorretratos de Federico Maria Sardelli (Livorno, 1963), son introspectivos y desencantados: moldes del yo, tan claro para recordar los grabados en las placas de metal para el grabado, otra técnica utilizada por Sardelli.