Caballos, campos y campesinas, junto a soldados y la Italia del Risorgimento y aún tamariscos, gavillas, hombres, mujeres, nubes y bueyes poderosos, inundados por el sol y envueltos en cielos llenos de luz. 

La ciudad de Livorno, en el día del cumpleaños del artista (el 6 de septiembre), inicia las celebraciones dedicadas a Giovanni Fattori y a su bicentenario con una gran exposición en Villa Mimbelli, sede del Museo cívico dedicado al pintor. 

200 años y más de 200 obras, entre pinturas, dibujos y aguafuertes, muchas de las cuales rara vez vistas, invitan a descubrir la revolución pictórica de Giovanni Fattori, el artista de la naturaleza, de la mancha, de la vida social y militar capturada en sus aspectos más humanos. 

Un recorrido expositivo dividido en secciones que demuestra la visión libre de un artista que supo recoger las enseñanzas de la pintura italiana y los fundamentos del dibujo sin imitar ningún estilo, buscando siempre un camino personal y auténtico, lejos de los clamores y la retórica porque "el arte libre satisface y consuela y distrae". 

A lo largo de una larga vida, Fattori mantuvo firme la conciencia y el orgullo de tener en sus venas "siempre la sangre livornesa desafiante" y sentirse también por esto tan emancipado, tanto en las grandes obras, testigos de los movimientos y del espíritu risorgimental y de la pertenencia al nuevo y poderoso lenguaje de los Macchiaioli, como en las últimas e intensas pruebas. 

Giovanni Fattori. Una revolución en la pintura cuenta la tierra y el mar, retratados en su deslumbrante belleza, y el fervor de un período histórico a través de la humanidad de sus protagonistas. Gracias a colores y manchas, las obras transmiten el sentido del calor estival, sus aromas, la dilatación del tiempo, la esencia de la vida, de una existencia a menudo áspera e impregnada de esfuerzo que marca los rostros a los que la pintura de Fattori nunca hace perder la dignidad.