Las grandes cisternas romanas son consideradas un auténtico patrimonio del arte hidráulico de la época augustea, así como una ingeniosa idea de Vitruvio. Casi con certeza se decidió construir lo que comúnmente se llaman piscinas depuradoras o limarias para satisfacer una necesidad de agua de otra manera no cumplida. El amplio complejo subterráneo, datado a finales del siglo I a.C., es único en Italia en cuanto a extensión (aproximadamente 2200 m²). Para el almacenamiento y la posterior distribución se construyeron tres tanques, dispuestos en el Girfalco, en la actual plaza Temistocle Calzecchi Onesti y en la calle degli Aceti que obviamente estaban a diferentes alturas. El primero actualmente no es visitable porque está completamente enterrado, mientras que el segundo, conocido con el nombre de pequeñas cisternas, sí lo es. Su capacidad es menor que la del tanque ubicado en la calle degli Aceti, el cual, sin embargo, desde un punto de vista estructural no presenta diferencias significativas con respecto al más pequeño. El interior está compuesto por treinta habitaciones distribuidas en tres filas, cada una de las cuales tiene una albañilería revestida con opus signinum o cocciopesto que, como escribe Vitruvio, se utilizaba principalmente en la construcción de cisternas, acueductos, piscinas termales porque es adecuado para impermeabilizar la mezcla de cal. Es muy sugestivo encontrarse con inscripciones obsoletas como Calma, salida, que datan de la Segunda Guerra Mundial, cuando los espacios fueron utilizados como refugio contra los bombardeos.