Entre los pueblos mayas, la tela de araña representa la placenta de Ix Chel, la diosa maya del parto y patrona de las tejedoras, para quien la araña crea de sí misma el hilo de la vida. Para la antigua civilización Nazca, la araña estaba representada en sus geoglifos tallados directamente en el suelo del desierto de Nazca, en el sur de Perú, como figuras geométricas esquemáticas que abarcaban una longitud de casi 50 metros. En Perú, una clase especial de adivinos preincas Chavín (conocidos como pacchacatici) alguna vez consultaron a la araña como deidad y oráculo, prediciendo el futuro basándose en sus movimientos de caída. En el período prehispánico tardío, e incluso hoy en las regiones montañosas del Perú actual, se observa que las arañas predicen precipitaciones y otros eventos climáticos.

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