Para su primera exposición individual en un museo de Italia, el artista ha optado por una elección extremadamente radical, dirigiendo toda la atención del público hacia el trabajo de las instalaciones construidas con letras y frases. Las 14 obras creadas expresamente para esta exposición -y nunca expuestas en Italia- representan un corpus unitario y posicionan la elección artística de Pierson hacia un camino más conceptual que figurativo.

Esta serie, llamada Esculturas de palabras e iniciada en 1991, utiliza objetos abandonados recuperados de antiguos carteles de cines, supermercados, casinos y carteles publicitarios de fábricas abandonadas. Esta serie crea oraciones y palabras simples que ofrecen múltiples significados y evocan imágenes personales en el espectador. Su estética tiene profundas raíces en la cultura Pop de los años sesenta y el mismo uso de objetos tomados de la vida cotidiana la remite a grandes artistas como Rauschenberg y Warhol.

Hay que decir que todas las letras utilizadas son expresiones de la producción industrial de nuestro tiempo. Ya sean formas sencillas o barrocas, todas pertenecen a la estética de la rotulación utilizada para el mobiliario urbano y para los carteles que pueblan las calles de todas las ciudades del mundo. Su familiaridad y su obsolescencia son el símbolo evidente del consumismo que aqueja

nuestra edad y nuestro tiempo. Cuatrocientos años después, el óxido, la corrosión y la decoloración de las pinturas no son más que las mismas erosiones del tiempo en las manzanas y hojas de la cesta de frutas de Caravaggio. Este desvanecimiento de los objetos y su desvanecimiento fantasmático devuelve al espectador a un mundo nostálgico. Está claro que todo se reafirma desde el pasado y que nada puede resucitar el objeto y su función.