Pauline Oliveros (1932 - 2016) fue una compositora, intérprete, autora y educadora entre las primeras en adoptar un enfoque experimental y multidisciplinario de la música, destinado a incluir los sonidos, tanto internos como ambientales, que nos acompañan todos los días. Al integrar el cuerpo y sus extensiones tecnológicas en constante evolución en su investigación, ha tratado de transformar y subvertir sus funciones diarias a través de la escucha y el sonido. De hecho, Oliveros creía en los poderes transformadores y curativos de escuchar y desarrolló un enfoque colaborativo, orgánico y no jerárquico de la interpretación. Público, intérprete y autor se superponen, muchas veces en un contexto de libre improvisación que Oliveros describe en los siguientes términos: «manipular materialidades sonoras sin un sistema preconcebido, apoyándose en la presencia de una organización subconsciente interna, para luego componer reflexionando y extrayendo de un sonido emergente de vocabulario, [...] un descubrimiento de cómo crear sonidos en lugar de qué sonidos hacer».

Nacida en Houston, Texas, pasó gran parte de su infancia al aire libre, aprendiendo a tocar una variedad de instrumentos, incluido el acordeón. A principios de la década de 1950 se mudó a San Francisco donde estudió composición y comenzó a experimentar con la música electrónica, desarrollando entornos multimedia que incluían componentes teatrales y proyecciones. Fue en este período que la compositora creó sus primeras obras, utilizando una grabadora, que inicialmente empleó para captar los ruidos de San Francisco desde el alféizar de su ventana, lo que marcó el nacimiento de sus composiciones de música de cinta, ahora consideradas clásicos en la historia de música electrónica. El interés de Oliveros por los sonidos ambientales abarcaba toda la variedad de ruidos, desde los naturales hasta los creados por el hombre, que caracterizaron la aceleración tecnológica del siglo XX y remodelaron nuestros paisajes acústicos.