Se ha inaugurado en el Panteón - Basílica de Santa María de los Mártires la instalación CORONA GLORIAE de la artista austriaca Helga Vockenhuber.

La instalación, comisariada por don Umberto Bordoni y el profesor Giuseppe Cordoni y visible hasta el 16 de septiembre de 2025, es promovida por el Instituto del Panteón y Castel Sant'Angelo - Dirección de Museos Nacionales de la ciudad de Roma, en colaboración con la Embajada de Austria ante la Santa Sede, la Basílica de Santa María de los Mártires y patrocinada por el Dicasterio para la Evangelización - Jubileo 2025.

La artista austriaca Helga Vockenhuber, ampliamente conocida a nivel internacional, presentó en 2023 una instalación de fuerte impacto simbólico en la Basílica de San Giorgio Maggiore, coincidiendo con la Bienal de Venecia. El proyecto, comisariado por don Umberto Bordoni y con el apoyo del Padre Abate Stefano Visintin OSB y del Director Institucional de la Abadía de San Giorgio Maggiore - Benedicti Claustra Onlus, el Dr. Carmelo A. Grasso, ahora se presenta en el Panteón en una versión renovada y repensada en diálogo con el espacio, siguiendo un enfoque site-specific.

Se trata de una corona de espinas, compuesta por siete esculturas de bronce descompuestas que, desde la Pasión de Jesús, evocan - en la visión de la artista - el drama de la existencia humana, reconciliada a través del sacrificio de Cristo. En el horizonte de la tradición cristiana, la corona de espinas adquiere el valor de una reliquia destacada de la Pasión: un objeto-símbolo que acompaña a Cristo hasta la consumación de su sacrificio. Colocada zenitalmente bajo el óculo del Panteón, la corona metálica según el proyecto de la artista y los comisarios se convierte en memoria inmediata de la pasión de Cristo y del sacrificio de los Mártires, a quienes está dedicada la Basílica, y al mismo tiempo es una epifanía del espacio sagrado cristiano: no un refugio de los dramas del mundo, sino el seno de su redención para una vida nueva. Los bronces retorcidos y puntiagudos condensan una carga perturbadora de sufrimiento, que se refleja en el espejo de agua sobre el que descansan, como suspendidos sobre el abismo. Sin embargo, el círculo infernal del mal está roto; la corona está fragmentada en siete piezas, un número significativo en la simbología bíblica. El dolor ya no está herméticamente cerrado, sino abierto, compartido, tanto que puede ser atravesado.

En el contexto del Año Jubilar, la instalación de Helga Vockenhuber pretende así plantear una reflexión sobre el lenguaje del arte cristiano contemporáneo y sobre la posibilidad, evocada por la artista, de que la Pasión salvífica de Cristo siga representando para la humanidad entera, marcada por el sufrimiento y en busca de redención, la epifanía de una esperanza invencible.