El área arqueológica de "La Cuma" conserva los restos de un santuario romano construido a partir de mediados del siglo II a.C., que luego experimentó varias fases hasta su total abandono en la primera mitad del siglo I d.C.

Se trata de un antiguo lugar de culto compuesto por tres edificios principales ubicados en una colina que sirve de terraza, con un templo dedicado a Júpiter en el centro.

No se conserva mucho de este templo con planta incierta, pero se conoce la decoración del techo con terracotas arquitectónicas coloreadas y esculturas en terracota pintada en el frontón. A lo largo del tiempo, el edificio ha experimentado derrumbes, abandonos e intervenciones en la época moderna que han condicionado en gran medida la comprensión a los ojos del visitante.

Un dato muy importante es que tanto este templo como los otros dos edificios han devuelto fragmentos significativos de terracotas arquitectónicas pintadas, una evidencia que, sumada a la monumentalidad de las columnas del pórtico, nos permite comprender la naturaleza y la calidad de estas estructuras y de todo el complejo, incluso en ausencia de muros en elevación.

Detrás del templo, se encuentra un porticado monumental conservado a lo largo de más de 62 metros, con columnas acanaladas en arenisca de orden dórico e itálico-jónico, datado en el segundo cuarto del siglo II a.C. Este edificio cumplía la doble función de contener la pendiente de la colina y servir como fondo escenográfico de la terraza, en línea con las arquitecturas helenísticas que se estaban difundiendo en todo el Mediterráneo en ese momento.

A principios del siglo I a.C., se construyó también el pequeño edificio llamado "Edificio C" inmediatamente al oeste del templo: un sacelo, es decir, un pequeño templo, dedicado a un culto menor (probablemente Hércules), como sugieren las terracotas arquitectónicas y las cerámicas encontradas en esta área con una dedicatoria a Hércules grabada en la pared del recipiente.

Después de siglos de abandono, en 1957 comenzaron accidentalmente los primeros descubrimientos de las columnas derrumbadas del pórtico principal, lo que dio inicio a las campañas de excavación que llevaron en la década de 1960 a la reconstrucción de las columnas del pórtico y de muchos muros, destruidos por los excavadores para recuperar fragmentos de estatuas y decoraciones en terracota reutilizadas en su interior. La historia de las excavaciones en La Cuma continuó de manera intermitente hasta 2015, cuando comenzó un nuevo proyecto de investigación (aún en curso) por parte de los arqueólogos de la Universidad de Bolonia y de la Academia Británica de Roma.