La Basílica de San Celso es un edificio religioso de estilo románico situado en Milán. Construido para conservar las reliquias de San Celso, el santo vinculado a San Nazario, el edificio fue levantado en el siglo IV pero reconstruido en el XI. A finales del siglo XVIII, la fachada de la iglesia fue demolida, quedando hoy más atrasada que la fachada del cercano Santuario.

La fachada de ladrillo fue reconstruida en estilo neorrománico en el siglo XIX; decorada con un rosetón y una portada románica con representaciones zoomorfas. El campanario data del siglo XI. En el interior, la basílica consta de tres naves cortas de dos vanos cada una, con cubierta de crucería.