Era el 1 de diciembre de 1924 cuando el poeta André Breton publicaba en París su colección de prosas "Poisson Soluble", cuya introducción se convertiría en el Primer Manifiesto del Surrealismo, inaugurando oficialmente la más onírica de las vanguardias del siglo XX. Los surrealistas buscaron explorar la psique humana más allá de los límites impuestos por la razón, expandir la realidad más allá de sus límites físicos, acceder a una dimensión más completa de la existencia que definieron como surrealidad.

Una visión -la común a todas las manifestaciones surrealistas- que critica con fuerza la racionalidad consciente, libera el potencial imaginativo del inconsciente para alcanzar un estado cognitivo de "sur-realidad", en el que la vigilia y el sueño están presentes y se reconcilian en armonía. y profunda, a menudo creando imágenes claras y reales pero yuxtaponiéndolas entre sí sin ninguna conexión lógica. Además de la liberación del individuo, para lo cual se remitieron principalmente a las ideas del psicoanálisis freudiano, los surrealistas también persiguieron el ideal de una liberación de la sociedad en un sentido político, tomando partido por posiciones progresistas y anticolonialistas.

Queda claro entonces cómo el Surrealismo no fue sólo un estilo, un movimiento artístico, sino una actitud, una forma alternativa de ser y de concebir el mundo, una forma de pensar radicalmente nueva que transformó la vida de sus integrantes.

Es sobre este concepto fundamental que se desarrollan los múltiples temas de la nueva exposición que Mudec inaugura el 22 de marzo en Milán “Dalí, Magritte, Man Ray y el surrealismo. Obras maestras del Museo Boijmans Van Beuningen”, que presenta 180 obras, entre pinturas, esculturas, dibujos, documentos, artefactos, todas de la colección del Museo Boijmans Van Beuningen, uno de los museos más importantes de los Países Bajos, en diálogo con algunos obras de la Colección Permanente del Museo de las Culturas.