El lienzo es el fragmento de un retablo. La iconografía sigue siendo identificable con la Trinidad, sin embargo, repensada por Tintoretto de forma original y personal. Dios Padre con los brazos abiertos con gesto de piedad y aceptación al mismo tiempo asoma la cruz con Cristo muerto, hecha en una perspectiva muy corta. Entre los dos se coloca la paloma del Espíritu Santo. A los lados dos ángeles velan sobre el crucifijo. Más abajo, parcialmente cortados, dos querubines alados rezan con las manos unidas. Al fondo se ven cabezas de querubines ligeramente esbozadas. Los intensos colores de las prendas de los personajes, para sugerir su textura sedosa, se ven realzados por un hábil uso del claroscuro y la pintura tonal. Una luz difusa de color amarillo-ámbar ilumina la parte de la escena, resaltando las sombras en los rostros y cuerpos, subrayando así la naturaleza trágica del evento. Afortunadamente, esta parte de la pintura ha escapado a un incendio desastroso. Procede de la iglesia veneciana de San Girolamo, que se incendió en 1705. Por tanto, parece probable que el genovés Gerolamo Ignazio Durazzo la comprara tras aquellas dramáticas circunstancias. Según informes documentales recientes, parece que la pintura fue colocada en el altar dedicado a Sant'Adriano, construido en 1560 por encargo de Piero Alessandro Lippomano, antiguo cliente del pintor. Además del grupo trinitario, el retablo constaba de la presencia de los santos Adriano, Francisco y Agustín al pie de la cruz. Su datación es alrededor de 1561-62. La obra fue comprada por Carlo Felice di Savoia en 1824.