El retrato representa a Carlo Emanuele I, duque de Saboya de 1580 a 1630, con una de sus preciosas armaduras y el collar Annunziata. Como indica la firma en la parte inferior izquierda, es obra de una de las raras y más aclamadas pintoras del siglo XVII, Giovanna Garzoni (1600-1670) de Ascoli. Llamada a Turín por Cristina de Francia, trabajó allí desde 1632 hasta 1637. En el Palacio Real, el pergamino con Carlo Emanuele I es la contraparte del que representa a su padre Emanuele Filiberto, mientras que en los Uffizi están los retratos de su esposa Caterina. Micaela y su hijo, Vittorio Amedeo I. El cuadro, de diseño y técnica pictórica extremadamente refinados, destaca por su notable naturalismo a pesar de haber sido realizado pocos años después de la muerte del Duque retratado. La pintora debió retomar uno o más retratos realizados anteriormente por otros autores, como Giovanni Caracca, pero alcanzando un resultado muy superior, lo que justifica el éxito obtenido en Florencia y Roma tras su estancia en Turín.