El sagrario, probablemente de origen doméstico, presenta uno de los temas más típicos de la plástica renacentista, el abrazo entre Madre e Hijo como símbolo de una nueva humanitas, con la Virgen sentada, con gracia y elegancia, en un trono clásico en faldistorio, decorado en el lado izquierdo con un motivo vegetal “piña”, símbolo de la fecundidad, y un cojín bordado. El relieve con la Virgen con su Hijo desnudo de pie, con la mano apoyada en el seno derecho, ha sido atribuido a la actividad juvenil de Donatello (Bellosi 2002; Pisani, 2009; Cavazzini 2013) por la vibrante reinterpretación de la antigüedad clásica y la 'alta calidad ' del modelado, que en varios pasajes revela los signos de una delicada eclosión de palo.