La investigación sobre el espacio, constante en el arte de Nivola, lo llevó en los años setenta a elaborar el tema de las habitaciones en dibujos, pinturas y esculturas. Obras completas más que maquetas, las salas reelaboran a la vez la idea de espacio físico y simbólico del monumento a Gramsci, sacándolo de la esfera del arte público para reinterpretarlo en clave privada y existencial. Simples formas geométricas abiertas al frente, las habitaciones cuentan con pequeñas ventanas que dejan pasar la luz modificando el espacio.