La obra, considerada una de las obras maestras de la temprana madurez del artista, lleva en el reverso la inscripción Canova Roma 1790, pero en realidad fue realizada entre 1794 y 1796, adquiriendo gran fama sólo unos años después de su ejecución, cuando realizó el su deslumbrante aparición en el Salón de París de 1808. En aquella ocasión la estatua fue acogida con gran entusiasmo por el público, al tiempo que suscitó un debate crítico sobre las elecciones del artista en cuanto a los límites entre pintura y escultura y la posible interferencia entre ambas artes. De hecho, en la Magdalena penitente, Canova trabaja el mármol dando forma al material hasta sus posibilidades extremas, pasando de la extrema lisura del cuerpo patinado de Magdalena al tratamiento tosco y rugoso de la base sobre la que se apoya; el inserto de bronce dorado de la cruz, además, junto con el realismo de las lágrimas verdaderamente esculpidas y los cabellos sueltos que el artista trató con cera mezclada con azufre, para restaurar su color, aparecen una meditación consciente sobre las posibilidades de alcanzar los mismos en Efectos escultóricos de la pintura. Estos caracteres experimentales, combinados con el innegable encanto sensual de la obra, determinaron su extraordinaria fortuna en la época romántica, gracias también a su exaltación por parte de Stendhal. La Magdalena, cuyos sucesos de clientes se están estudiando y de la que se conservan varios bocetos preparatorios y una réplica en el Hermitage de San Petersburgo, parece haber sido vendida por el artista por 1000 lentejuelas al representante en Roma de la República Cisalpina Juliot quien la llevó a París, la primera obra de Canova en llegar a la capital francesa; luego fue vendido a Giovanni Battista Sommariva, quien lo exhibió en el Salón de 1808 y lo transportó a Milán donde fue vendido al Marqués Aguado, recalando en 1839 nuevamente en París. A la muerte de este último, poco después, Raffaele De Ferrari, duque de Galliera, lo compró por 59.000 francos y lo colocó en su casa parisina. Luego pasó a la ciudad de Génova en 1889 como herencia de la viuda, Maria Brignole - Sale de Ferrari.