El cuadro, realizado por Canova durante su estancia en Possagno en 1798-1799, representa a una joven, recién levantada, que se cubre, en actitud modesta, con su ropa. La mujer parece sorprendida por la presencia del pintor (u observador) que la contempla. Como ya ocurría en la composición de la Citareda, Canova propone una representación en la que se ve el cuerpo del protagonista de perfil y el rostro de frente. La pintura debió haber tenido un gran éxito si Canova la reprodujo dos veces más (dos, esta y otra, están en el mismo Museo Possagno). Cabe destacar la esencialidad y sencillez de la solución figurativa, con el desnudo femenino aislado en el centro de la sala, en primer plano. La figura femenina que se sonroja de pudor y busca con la ropa resguardarse de las miradas indiscretas de los demás es un tema que Canova encuentra en muchas obras antiguas y que luego retomará para la Venus itálica y luego para la Venus que sale del baño. .