La cabeza, adorno de un jarrón canópico, es el único ejemplo de madera de escultura etrusca que se ha conservado. Se trata de un artefacto auténtico, como lo confirma el análisis radiométrico C14, donado al Museo Arqueológico de Milán en 1987 por un coleccionista privado. Los jarrones canopos fueron llamados así por los eruditos del siglo XIX por su parecido con los vasos funerarios egipcios, cerrados por tapas de cabezas de animales o humanos y que contenían los órganos de los muertos. Sin embargo, este tipo de osario era habitual solo para los etruscos de la zona de Chiusina que, todavía en el siglo VII-VI a. no habían abandonado el hábito funerario de la cremación, distinguiéndose así de los etruscos de Cerveteri y Tarquinia, más inclinados a la inundación en grandes cámaras y túmulos. La cabeza del Museo Arqueológico de Milán es probablemente una mujer, como parecen indicar tanto el peinado con trenzas largas como los agujeros en los lóbulos, rastro de la existencia de pendientes. Originalmente debía estar provista de iris y pupilas de hueso, marfil o pasta de vidrio, y recubierta de una hoja de oro, de la que quedan huellas en la cara. Aunque no se conoce el origen ni el contexto, es probable que rematara un vaso que contenía las cenizas de un personaje importante y que formara parte del ajuar de una tumba principesca.