La presencia de este raro ejemplar de reloj nocturno remite al singular episodio de su concepción. El Papa Alejandro VII (1655-1667), que sufría de insomnio y no soportaba el tictac del reloj de su dormitorio, encargó a los hermanos Campani la realización de un reloj silencioso y legible incluso en plena noche gracias a la creación de un esfera calada que estaba iluminada en la parte trasera por una pequeña lámpara de aceite o una vela. Habiendo completado un primer prototipo en 1656, Pietro Tommaso Campani lo llevó al Papa para mostrárselo, y fue tal la satisfacción con el invento que le concedió una patente. Generalmente el reloj era de color oscuro, de ébano u otras maderas ebonizadas, en algunos casos, para las creaciones más importantes, se decoraba con inserciones policromadas de piedra dura. La estructura del altar culminaba con un frontón flanqueado por volutas y presentaba un frente central de cobre, a menudo pintado con temas de inspiración alusivos al paso del tiempo y la vida o religiosos. Este último estaba frecuentemente rodeado de columnas o pilastras decorativas.