El monje, con su túnica monástica ocre y su cráneo rapado, tiene el rostro vuelto hacia la izquierda, donde originalmente se suponía que estaba el Buda, a quien se dirigía la figura. La obra aún conserva restos de policromía en el vestido y en varias partes del rostro. El personaje, que por la vivacidad de la representación se encuentra entre las obras de estuco de mayor éxito, originalmente formaba parte de una escena más grande que decoraba una capilla o una stupa, el principal monumento de culto budista.