La escultura representa a la Virgen entronizada con el Niño bendecido de rodillas; presumiblemente debe haber sido una Reina Madonna con una corona de madera, dado el gran agujero en la cabeza. Sobre una base cuadrangular con doble escalón, la Virgen, mutilada por su mano derecha, se representa en posición frontal sentada en un banco. Ella sostiene al Niño en su regazo, sosteniéndolo con su mano izquierda. Su cabello está partido en el medio, recogido en la nuca. Lleva un vestido de color ocre, decorado con bandas negras con motivos geométricos ovalados rojos y azules, alternando con cuentas rojas y ocres dispuestas en cuadrados. Debajo puedes ver el borde inferior de la túnica blanca plisada. El Niño tiene el brazo derecho levantado y con la mano izquierda sujeta el globo terráqueo, vestido con un vestido color amaranto decorado con franjas ocres con cuentas rojas y ocres. Una banda alta sujeta la túnica en la cintura, dejando descubierta la túnica blanca debajo, decorada con hileras de cuentas de amaranto y naranja. La iconografía ciertamente deriva de la escultura extraalpina y, más precisamente, de la Catedral de Chartres, con claras referencias al arte bizantino. La escultura fue realizada en un solo bloque de madera, a excepción del brazo derecho de la Virgen y los brazos del Niño. De los análisis de laboratorio resultó que se trataba de madera dura, probablemente de cerezo, una valiosa especie utilizada en la antigüedad para importantes obras, como también lo avala el uso de técnicas muy refinadas como el uso de la hoja de mecata para el dorado.