En el siglo XVII la armadura del caballero sufre profundos cambios. Más ligeras, cubren las piernas gracias a los scarselloni con costra de gambas que protegen las piernas hasta la rodilla, dejando libre la parte inferior, para que puedas calzarte las voluminosas botas. Eran utilizados por coraceros armados con un par de cañones del ancla y operaban en fila frente a las líneas enemigas, descargando los cañones sobre los enemigos y, mientras recargaban, se reposicionaban en la parte inferior de la columna, con el fin de concentrar un fuego continuo sobre las filas enemigas. Esta armadura es típica del siglo XVII y se caracteriza por estar totalmente recubierta de grabados que recuerdan una batalla contra los turcos.