La Fundación Coppola se complace en anunciar la apertura de la exposición colectiva "La Escuela de Venecia", una muestra que celebra el talento de cinco artistas formados en la Academia de Bellas Artes de Venecia. Fundada en 1750, la Academia se distingue como una de las instituciones artísticas italianas más antiguas y prestigiosas. La exposición presenta las obras de Thomas Braida, Chiara Calore, Nebojša Despotović, Eric Pasino y Paolo Pretolani.

Las obras de estos artistas comparten diversas características que evocan la tradición veneciana en clave contemporánea. Se destacan por una riqueza cromática y decorativa que captura la mirada: el uso de colores vivos, detalles minuciosos y composiciones cargadas de elementos arquitectónicos y simbólicos invitan al observador a una lectura atenta del trabajo. La elección ecléctica de las figuras refleja la histórica posición de Venecia como cruce de culturas e influencias artísticas diversas, uniendo elementos de diferentes tradiciones en un lenguaje artístico único.

En su homenaje al agua, la exposición se desarrolla en varios niveles dentro de la torre, acompañando al visitante a través de una experiencia en evolución progresiva. El recorrido comienza con los temas de la transición y la calma, a través de una selección de imágenes relacionadas con el sueño y la muerte. Continúa en el segundo piso, en una atmósfera más etérea, que introduce a una dimensión suspendida y trascendente. En el tercer nivel, el movimiento ondulante del mar emerge con fuerza directa en las telas. En el cuarto piso, se desarrolla un estrecho diálogo sobre la caducidad de la vida entre el retrato de Thomas Braida, realizado por Nebojša Despotović, y la obra "Tempus fugit! fio mio – Tempus fugit! my son", realizada por el mismo Thomas Braida. Finalmente, el recorrido concluye en el Observatorio, un espacio abierto y luminoso, donde obras que representan rostros y ciudades unen Vicenza y Venecia.

La peculiaridad de la exposición es la apertura de la torrecilla a las obras "Morning Glory" y "Capriccio" de Paolo Pretolani. "Capriccio" está realizada con pintura UV y no representa un punto final, sino una "suspensión" que continúa idealmente hasta el infinito. Aquí, la pintura se convierte en luz y metáfora de la búsqueda de un sentido omnipresente. La linterna de la torre proyecta idealmente esta señal hacia Venecia y el mundo entero.