De 24 septiembre a 19 diciembre 2021
Toda la obra de Stefano Di Stasio aparece en su evidencia pictórica como un decálogo de elementos traducibles y comprensibles.
La visión de la obra aparece clara y descifrable, los menos acostumbrados dirían que "usted entiende".
Luego, inmediatamente después de la captación global de su visión, la tentación es separar de ella cada elemento pictórico y analizarlo individualmente, traducirlo a un alfabeto comprensible para nosotros y secundariamente reconducirlo a la simbología de nuestra tradición literaria, religiosa y mitológica. .
Estos símbolos, más o menos actuales, dan, además de la lectura formal y estética, también una más profunda y menos evidente que se conecta inmediatamente con nuestra cultura y experiencia personal.
Toda su obra es divulgativa, detallada al detalle, evidente en la representación. Sin embargo, frente a esta evolución estilística siempre coherente, uno está tentado de acercarse a ella como un arqueólogo frente a los jeroglíficos y, al no disponer de una piedra de Rosetta para su desciframiento, uno se hace la ilusión de poder interpretar estos mundos, pobladas de bellas imágenes, y dotarlas de un significado logrado. Ahora bien, habría que encontrar una clave interpretativa para todo el corpus de obras que, desde hace más de cuarenta años, se exhibe en galerías y museos. El análisis de cada obra es obviamente aterrador porque las simbologías contenidas y las citas más o menos evidentes son demasiadas para poder dar una lectura coherente y, cuanto más nos introducimos en su interpretación, más nos encontramos en el punto de partida. punto. De repente, todo el corpus aparece como un laberinto -ya sea el de Palmanova o el de Franco Maria Ricci en Masone inspirado en Borges- construido con una sola puerta de entrada pero con múltiples salidas.
Parece pues evidente que la interpretación de cada obra individual es engañosa, sin sentido si no está ligada a la anterior y a la consecuente, en la que, como en un juego de espejos, como en una cadena, cada obra se refleja y se encadena. en el otro, encontrar correspondencias veraces a una charada construida sobre mentiras. He aquí entonces que la mentira parece aún más cierta cuando se reitera y reitera. Su construcción se apoya en pistas que se confirman sólo en sí mismas y, en cuanto nos alejamos, ya no encontramos ningún soporte para leer e interpretar el cuadro que tenemos delante.
via Francesco Cigna 114, Turín, Italia
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