El GAM de Turín dedica por primera vez su espacio llamado Wunderkammer a la exposición de obras contemporáneas y quizás ningún otro artista más que Luigi Ontani podría devolverle sus muchos significados originales a ese nombre. Ontani (Vergato, 1943) ha ido creando a su alrededor numerosas Cámaras de Maravillas, desde finales de los años sesenta cuando compuso su Sala de los Símiles. A lo largo de su vida rediseñó el espacio de sus distintos estudios y casas hasta el más mínimo detalle decorativo. Hizo de sus obras una proliferación omnipresente de símbolos y formas con los que dar vida a un microcosmos imbuido de su imaginación. También esta exposición es un mundo-ambiente atravesado por una única guirnalda alegórica de innumerables figuras y significados, sagrados y profanos, de la cultura de Oriente y Occidente.

Son simulacros entrelazados entre sí por el principio de la analogía y por el gusto sincrético que responden de un extremo a otro de la sala tomando forma de escultura, fotografía de acuarela, imagen lenticular, máscara, títere de teatro de sombras o acuarela. . Se exponen más de 130 obras sobre papel que Ontani ha reelaborado en los últimos dos años, completando y pintando dibujos a tinta realizados en los años 80 y 90. El corpus está compuesto por varias series. Muchos son desnudos trazados en vivo, frente a la modelo, pero ningún naturalismo tiene cabida en estas obras. Las líneas se entrelazan en él. Se retuercen y vuelven, narciso, sobre sí mismos. Todo es elegantemente caligráfico, exótico con circunvoluciones. Las extremidades de los niños retratados se metamorfosean en piernas de Ganesha, en huevos de oro, en hojas de aliso, en colas de tritón. Incluso la flor sensual de Alam Jiwa, de la que toma el título la exposición y de la que Ontani adorna una serie unitaria de 18 acuarelas, es una transfiguración de sí misma.