Mira il mare má lë, que proviene de una mezcla lúdica de español, italiano y dialecto de Urbino, que se puede traducir como “mira el mar allí”, es el título de la primera exposición individual de Davide Mancini Zanchi en una institución pública. Un proyecto site specific creado para el Centro Arti Visive Pescheria, comisariado por Marcello Smarrelli, resultado de un trabajo concebido por el artista durante la pandemia y creado con el objetivo de crear un diálogo con la arquitectura de los dos espacios que lo caracterizan: el Loggiato, sede del antiguo mercado de pescado, y la iglesia del Suffragio.

Davide Mancini Zanchi crea objetos y escenarios donde los medios artísticos tradicionales intercambian roles y funciones con elementos comunes extraídos de la vida cotidiana. Coloridas, lúdicas y divertidas, sus obras contienen a menudo obsesiones y aspectos hostiles de la cultura conceptual y la creatividad.

En la manga larga de la Pescheria, caracterizada por la monumental columnata de ladrillo abierta a la calle, el mar devuelve curiosos baúles de madera a la playa. Moviéndose en el espacio resulta que estos objets trouvè han incorporado otros elementos. Extrañas metamorfosis que crea el mar al transformar la madera alisada por el movimiento de las olas en objetos de uso común. Estas esculturas parecen ensamblar y mezclar estilos y métodos de trabajo inspirados en el medio que más que ningún otro ha definido el mundo contemporáneo: el ready-made.

El fondo es Trevor, una proyección de vídeo de más de 30 metros, en la que se invita al espectador a compartir la misma visión que Trevor Philips, el protagonista de GTA V, un videojuego de PlayStation.

El artista cristaliza al personaje en un tiempo indefinido en el que se pierde en el horizonte ilimitado del mar que se abre ante él. Ambientada en la sangrienta ciudad de Los Santos (doble distópica de Los Ángeles) donde el día se alterna con la noche y los cambios de tiempo, la proyección ocupa toda la pared trasera de la Pescheria: un horizonte en constante cambio, en el que se mece el mar. Manos aparecen frecuentemente superpuestas a las ondas, revelando la artificialidad de esta visión sólo aparentemente natural.