En sus pinturas, Marina Rheingantz se expresa a través del color y la gestualidad, dejando que de la superficie del lienzo surjan espacios y atmósferas cambiantes. Gruesas manchas de pintura al óleo, con su fisicalidad, aparecen como la urdimbre de las superficies de los tejidos y la trama del paisaje. Desde sus inicios en 2005, la artista despoja sus composiciones de cualquier rastro figurativo, conservando el paisaje únicamente como estructura portante de horizontes abstractos y profundidades imaginadas. Durante aproximadamente diez años, Rheingantz ha desarrollado un corpus de obras téxtiles, inicialmente a través del bordado y más recientemente a través de intrincadas tramas jacquard, revelando analogías entre su técnica pictórica y el bordado. 

Para ambos, la artista recurre a una gestualidad rítmica, que en sus telas se refleja en una superficie animada por líneas y manchas de color que funcionan como volúmenes y masas. 

Para la exposición Rodamoinho, Rheingantz presenta un grupo de trabajos recientes que amplían su diálogo entre pintura y tejido, entre abstracción y sedimentación del recuerdo.