El Museo Diocesano de Cosenza tiene su sede entre el Palacio Arzobispal y la Catedral en los locales del ex Seminario Diocesano, sirviendo así como puente entre la historia de ayer y la de hoy. Representa un punto de partida ideal para descubrir la ciudad y conocer la vasta Arquidiócesis, ya que recoge en un único recorrido notables y valiosos hallazgos procedentes de la Catedral y otras iglesias de la zona. Fue inaugurado el 25 de junio de 2013 después de una espera de casi setenta años.
Aloja obras recuperadas de algunas iglesias de la Diócesis, entre las que se encuentra el hermoso políptico de la Anunciación (1545) atribuido a la escuela de Negroni perteneciente a la Iglesia de Turzano, hoy Borgo Partenope. La Sala de las "Comisiones" reúne lienzos, platería y ornamentos encargados por los arzobispos de Cosenza a lo largo de la historia plurisecular. Dignos de mención son: el cáliz "del Papa", una gran obra de plata y filigrana procedente de Marano Marchesato, las dos estatuillas de marfil atribuidas a la escuela de Miguel Ángel, y el cáliz de vidrio de Celico del siglo XVI. A continuación, la sala de los ornamentos, con significativos objetos del siglo XVII en buen estado de conservación y cuatro estatuillas de madera del tesoro de la Catedral junto con un crucifijo del siglo XVI.
La obra más significativa, emblema de la ciudad, es la preciosa stauroteca -o cruz relicario- de oro repujado, filigrana de vermicelli, esmalte, adamantinos y cristal de roca, del siglo XII. La tradición dice que fue donada por Federico II de Suabia con motivo de la consagración de la Catedral en 1222.
Digno de mención es el cáliz "Torquemada" del siglo XV de factura ibérica de la misma época que el pedestal de la Stauroteca. La profunda devoción mariana se refleja en iconos del siglo XVI, lienzos de los siglos XVII y XVIII, y parte del rico tesoro de la Madonna del Pilerio, patrona de la ciudad y la Arquidiócesis, enriquecido con coronas de oro, joyas, piedras preciosas y joyas.
En la Pinacoteca se conserva el espléndido lienzo de la Inmaculada de Luca Giordano (siglo XVII), junto con el valioso San Gennaro de Andrea Vaccaro o Pacecco De Rosa (siglo XVII), procedente de Luzzi, y los sugestivos lienzos marianos de Giuseppe Pascaletti (siglo XVIII).