Tres escaleras muy largas permiten que tres hombres con túnicas diminutas, más un cuarto con ropa moderna (quizás un autorretrato del propio pintor), bajen de la cruz el cuerpo lívido y sin vida de Cristo. Su sangre fue enteramente derramada por amor y ahora parece haberse trasladado simbólicamente al manto rojo de Juan: este es el discípulo que permaneció bajo la cruz hasta el final y recogió el testimonio del agua y la sangre que brotaron del costado de Jesús.
En el ángulo izquierdo, María se desmaya sostenida por las piadosas mujeres; a la derecha, en el suelo, yace el cuerpo tendido de uno de los ladrones, mientras que el otro es llevado en el hombro por un hombre de trabajo. En el cómputo del día judío, la puesta del sol da comienzo al sábado y para no exponer los cuerpos en la solemnidad de la Pascua, que está por comenzar, es necesario dar rápidamente sepultura.
A ello alude el pintor intercalando en el fondo el cielo coloreado por las luces del atardecer y dejando entrever la puerta del sepulcro.
Título: Deposición de Cristo de la cruz
Autor: Visino
Fecha: Principios del siglo XVI
Técnica: Aceite en la mesa
Expuesto en: Museo Diocesano de Venecia
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