En el rico legado destinado al Municipio de Milán en 1863 por testamento de Antonio Guasconi, se encuentra la mesita que, con el sobrenombre de Madonna del Libro, se ha convertido en el icono de la Pinacoteca. Se eligió esta pintura porque es uno de los testimonios más intensos realizados por Vincenzo Foppa, el líder indiscutible del Renacimiento en Lombardía. La Virgen y el Niño emergen perentoriamente de un espacio que se vuelve real gracias al engaño del falso marco; el libro abierto que se deja entrever aumenta la ilusión de la escena representada. La calidad de la materia pictórica, la personalísima elección de las gamas de grises plateados y la intensidad expresiva de las figuras moduladas en el rostro emotivo de la Virgen y en el del Niño Jesús se injertan en esta planta de sabiduría geométrica. Las dimensiones de la pintura revelan el uso original de la imagen, probablemente colocada en una habitación privada a la altura de los ojos. Esta posición permitió leer la inscripción en latín que recorre los tres lados del marco, proponiendo las palabras de apertura de la oración en honor a la Inmaculada Concepción según el dogma profesado por el Papa Sixto V, elemento que permite que la pintura estar fechado no más tarde de 1475. .