El célebre pintor veneciano retrata al monje agustino Onofrio Panvinio, un humanista muy culto y laborioso, que se dedicó a la investigación e interpretación de las antigüedades romanas. Son característicos del lenguaje de Tintoretto los efectos de luz que iluminan específicamente el rostro y las manos para realzar la erudición del retratado, acentuada por una mirada viva del observador. La historia antigua de la pintura se remonta a 1672, cuando se describe en el testamento de la familia Salviati en Florencia. A partir de 1718 pasó a formar parte de la colección Colonna como parte de la dote matrimonial de Caterina Zeffirina Salviati, que se casó con Fabrizio Colonna.