El valioso autorretrato es una rarísima efigie juvenil pintada sobre papel por la joven artista cremonesa, un año antes de su debut en la corte española de Felipe II, como compañera de su tercera esposa, la francesa Isabelle di Valois. En el momento de su ejecución, el mito de la dama pintora ya estaba consolidado, a pesar de la corta edad de la artista, como atestigua Giorgio Vasari en 1568: Podemos decir, pues, con el divino Ariosto, y con verdad, que las Mujeres han venido en excelencia de cada Arte que han cuidado”. La pintora demuestra haber asimilado el clasicismo esmaltado de su primer maestro Bernardino Campi, cuyos retratos fueron elogiados por la concordancia entre vivo parecido y mucha gracia, la inclinación a la sobriedad, el rigor formal, el modelado seguro, suave y la técnica de perfilando el perfil del retratado sobre un fondo claro revelan la influencia de Giovanni Battista Moroni de Bérgamo. La obra está documentada en la colección Colonna desde los antiguos inventarios de principios del siglo XVII.