La pintura ilustra un episodio de la historia romana narrado por Tito Livio y retomado por Petrarca y Boccaccio. El decenviro Apio Claudio, que se enamoró de la joven Virginia, ya prometida al tribuno Lucio Icilio, encarga a Marco Claudio que la secuestre, fingiendo que es su esclava fugitiva. Virginia es llevada ante el tribunal, presidido por el propio Appio, quien la declara esclava de Mark. Su padre, Lucio Virginio, la mata para evitar que se manche su honor. La narración termina con el dolor de los familiares y con la expulsión de los decenviros de Roma.