Mañana en el taller, sigue la estela de trabajos anteriores, transformando las brumosas visiones diurnas de plazas y patios repletos de trabajadores en un atractivo espectáculo nocturno, muy probablemente ambientado en las plantas de Sampierdarena, cerca de Génova. El pequeño y vigoroso óleo va más allá del significado político fundamental gracias a una alegría de tacto que huye de rígidos preceptos, largas meditaciones y dudas, en favor de una libertad ejecutiva que explota el potencial expresivo de una pincelada dividida, instintivamente concebida para crear intensidad y emoción. La estructura del cuadro articula sobre el eje vertical de la alta silueta recortada al fondo, que corresponde, en la parte inferior, al remanente de un patio vacío iluminado por una rica y vaporosa textura de amarillos, ocres y azules, que divide el vasto un triángulo de cielo salpicado de rosa y gris y abierto en brevísimos destellos celestes, estorbado por los esbeltos perfiles de las chimeneas aún humeantes y una única luz encendida. Del volumen del alto horno parte la rápida huida en perspectiva del galpón largo y bajo jalonado por grandes ventanales densos de materia luminosa, coronando un bulto oscuro en el que se reconocen los curvos obreros, en penosa marcha.