El cuadro se presenta como una alegoría: El amor desarma a Marte, dios de la guerra, quien, atónito, se entrega al embrujo tetona de Venus y a la embriaguez que le provoca el vino contenido en el frasco y la copa de plata, que le ofrece Baco, el dios de la alegría de vivir. Venus viste ropa contemporánea y su rostro y su fisonomía bien formada reflejan los cánones de belleza comunes en la producción rubensiana y no pertenecen, como querían los inventarios de la casa Brignole-Sale, a la segunda esposa del pintor. Mars, por su parte, viste el típico atuendo de lansquenet y no es un autorretrato del artista, como estiman los citados inventarios, sino que reproduce el rostro, idéntico hasta en la expresión, de un miembro de la Van den Wijngaerd familia, que Rubens retrató al menos otras dos veces. La Furia que brota, a la derecha, de las sombras de un paisaje que, a la izquierda, resulta desolado, quemado y trastornado por la guerra, fue creada con vibrantes toques esenciales de marrón y negro directamente sobre el marrón rojizo. preparación y contrasta con la sensual intensidad cromática y la intacta luminosidad del empaste de las figuras del primer plano, de estirpe tiziana. Obra maestra de la madurez tardía del artista flamenco, datable entre 1632 y 1635, la tabla se menciona por primera vez en Génova hacia 1735, cuando parecía pertenecer a Gio Francesco II Brignole - Venta en el Palazzo Rosso; según un sondeo reciente, el cuadro llegó sin embargo a la ciudad procedente de Madrid unos treinta años antes, es decir, después de 1691. Todavía se desconocen los acontecimientos de la obra en los siguientes treinta años hasta 1735.