Sebastián, un oficial del ejército romano que se convirtió a la fe cristiana, fue condenado a muerte durante las persecuciones del emperador Diocleciano. Fue atado a un poste, oa un árbol, y atravesado por flechas disparadas por los soldados, quienes luego lo abandonaron en agonía. Sin embargo, la noble romana Irene se compadeció de él y lo curó, pero según otra tradición fue la intervención milagrosa de los ángeles lo que lo salvó. Sebastián fue conducido nuevamente ante la presencia del emperador, quien ordenó que lo azotaran hasta la muerte y que arrojaran su cuerpo a la cloaca de la ciudad, la Cloaca Máxima, para que no pudiera ser enterrado. El cuadro, realizado por Rubens durante su primera estancia en Roma, presenta la iconografía del santo curado por los ángeles: Sebastiano está en el centro de la escena, ahora casi completamente libre de cuerdas y flechas, mientras que a la izquierda descansa una maravillosa armadura. en el suelo recuerda la carrera militar. El equilibrio de la composición, las referencias al clasicismo de la antigua Roma y la paleta de tonos cálidos, además de los vivos floreos de los drapeados, son algunos de los elementos más característicos de la época italiana del artista flamenco.