El dibujo forma parte de una serie de cartas dedicadas al tema del combate entre seres mitológicos, ya tratado en momentos anteriores por el artista. A pesar de la extrema simplificación, el dibujo adquiere un altísimo valor lírico y expresivo. De la lucha Picasso elimina toda forma de violencia, prefiriendo una especie de representación simbólica de la lucha entre el bien y el mal.