Se trata de la escultura de Gargallo en que la sintetización formal y la tendencia a lo geométrico son más evidentes, sobre todo por lo referido a la planitud de los miembros y el cuerpo del jubiloso músico, que danza con una extraordinaria gracilidad y manifiesta su insuperable joie de vivre.
En esta pieza, sin abandonar todavía su sólido concepto de la figura humana, pero tratándola de modo absolutamente innovador y sintético, la obra de Gargallo da un fundamental paso adelante hacia unos objetivos, quizá trascendentales, que desafortunadamente no tuvo tiempo de alcanzar.
Como curiosidad, existen dos ejemplares en hierro fundido, con tres cuerdas en la lira, porque originariamente las tenía el primer David, en hierro forjado, utilizado como modelo. Pero luego el propio Gargallo decidió suprimir dichas cuerdas del modelo original.
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