Las esculturas de De Lucchi cuidan y expresan una dimensión creativa muy íntima. Sus pequeños edificios nos dan de hecho la sensación de ser lugares ideales aún más que físicos. Según Andrea Branzi, las obras de De Lucchi no son modelos conceptuales, teóricos, didácticos, sino troncos de madera cruda autorreferenciales, autosuficientes, perfectamente concluidos en sus propias imperfecciones.