En 1930 Mauro Reggiani estaba en París, donde entró en contacto con la vanguardia no figurativa al conocer a Arp, Klee, Kandinskij, Ernst y Magnelli. De vuelta en Italia decide suspender la investigación pictórica que había iniciado anteriormente y suspender las exposiciones públicas de sus obras. El punto de inflexión decisivo en la pintura de Reggiani -hacia un proceso de emancipación del dato real- comenzó a madurar de hecho dos años después de su estancia en París: en 1934, junto con Bogliardi y Ghiringhelli, firmó la Declaración de los expositores, sobre la ocasión de la primera exposición del abstraccionismo italiano celebrada en la Galleria del Milione de Milán. En esta misma exposición Reggiani presenta, junto a varias obras pictóricas, sus primeros trabajos gráficos. En estos grabados, como en el perteneciente a la Colección Invernizzi que data de 1935, Reggiani inaugura una nueva concepción del espacio, que se desarrolla a partir de un montón de superficies.