La instalación consta de cinco estanterías blancas llenas de tarros en cuyo interior podemos encontrar únicamente materiales alimentarios blancos. En el estante central las palabras no me esperes para cenar. La irreverente instalación quiere jugar con la ausencia, gracias a materiales como el vidrio, la madera blanca, pero también gracias a tinajas que, a pesar de estar llenas, no lo parecen, ya que todas están llenas de algo blanco. Es un rechazo, una evocación de la imposibilidad de participar en una fiesta como la de Navidad, un trabajo de sustracción más que de participación.