Sin duda, la pintura más conocida de Strozzi, este lienzo, conocido como El cocinero, retrata más bien a una fregona desplumando un ganso entre pollos y palomas, con un pavo colgando detrás de ella, en la cocina de una residencia aristocrática genovesa del siglo XVII. Entre las familias de la nobleza local, el oficio de cocinero estaba reservado exclusivamente a los hombres en ese momento, mientras que las mujeres solo podían ocuparse de tareas más humildes, como desplumar aves; que se trata de una residencia aristocrática, en cambio, es seguro, dada la presencia en primer plano de una rica hojalata de plata repujada, con un elaborado tirador que representa una figura femenina. La pintura se menciona por primera vez en el inventario de 1683-1684 de Gio Francesco I Brignole - Sale, cliente de la residencia de Palazzo Rosso; a partir de la segunda década del siglo XVIII, sin embargo, y al menos hasta 1774, la obra es siempre recordada en la quinta familiar del cerro Albaro: es muy probable que este lugar menos prestigioso estuviera motivado por el tema cotidiano inmediato del cuadro. , juzgado probablemente no adecuado a la decoración del palacio de la ciudad, cuya pinacoteca se había enriquecido, entre finales del siglo XVII y principios del siglo XVIII, con lienzos de temas históricos o de iconografía sacra. La obra de Strozzi es una síntesis admirable de las diversas influencias que en las primeras décadas del siglo XVII constituyeron el tejido de la pintura local: por un lado, la moda flamenca de las representaciones de cocinas, "mercados", "despensas", que había encontrado ejemplos, ya a mediados del siglo XVI, en pinturas de pintores como Aertsen y Beuckelaer, presentes en las colecciones genoveses; por otro lado, el nuevo enfoque en el género de la "naturaleza muerta", debido a la presencia en la ciudad de pintores, todavía de Flandes, como Jan Roos o Giacomo Liegi; por último, la primera afirmación de ese naturalismo de origen caravaggesco que constituyó el otro polo de actualización de la escuela local, al que se une la pincelada propia del pintor. Desde un punto de vista iconográfico, es clara la voluntad de competir con la representación de temas populares, mostrando una adhesión a la realidad aún desconocida para los pintores genoveses, y singular al considerar esta elección por parte de un religioso; no se excluye, sin embargo, que más allá de este sentido inmediato puedan ocultarse en el cuadro otros contenidos simbólicos, quizás -como se ha propuesto- una alegoría de los cuatro elementos, a los que aludirían los pájaros, para el aire, la elaborada stagnara , por el agua, el "cocinero", por la tierra, y el fuego, que el pintor pinta con gran destreza en su crepitar bajo el caldero.