Esta escena concluye la historia terrenal de Hércules: tras una intensa existencia salpicada de pruebas y penurias, el héroe muere a causa de los celos de su esposa Dejanira. Envidiosa de la atención que su consorte había prestado a la bella Iole, de hecho, roció el vestido del semidiós con un poderoso veneno obtenido de la sangre del centauro Nessus. Tan pronto como se puso la túnica, le causó a Hércules un dolor tan intenso que quiso morir. Este es el momento representado por Gregorio De Ferrari: Hércules acaba de arrojarse sobre la pira funeraria que ha construido, mientras, a la izquierda, Filoctetes, a quien el semidiós había pedido que encendiera el fuego, huye asustado.